domingo, 20 de marzo de 2011

Gadafi en la glorieta

                                        Gadafi en la glorieta



Estremece ver la escalofriante mezcla de furia y esperanza con que los ciudadanos de los países del norte de África se están sublevando contra sus gobiernos, contra la historia y contra la pusilánime y nada inocente inacción del llamado mundo civilizado. Un devastador tsunami procedente del mar ha asolado a la plutocracia japonesa y una turbadora amenaza nuclear castiga la fastuosidad de recursos del Imperio del Sol. Un alentador tsunami procedente de lo más hondo de la dignidad humana asola a las dictaduras del Magreb y un esperanzador horizonte de futuro redime la miseria del mundo del Islam.



Tanto estremece que se siente uno frívolo prestando su interés político al Gürtel y al Brugal, a Camps y a su epígono ilicitano, Mercedes Alonso. Incluso, al alcalde Soler. Puras banalidades. Caprichos de sociedades opulentas de cultura y civilización, que palidecen ante el día de la ira que los, tantas veces sospechosos, ciudadanos del Islam han marcado en su calendario para conquistar una nueva era. La gran cita para acabar con su Edad Media. La suprema decisión de reclamar a sangre y fuego el tiempo que les corresponde y que la historia les robó.


Ante esta explosión de angustia y libertad, ¿qué interés tienen los devaneos de Mercedes Alonso ofreciendo empleo si se le vota? Como tampoco importa nada que culpe esta misma semana al alcalde de todos los embargos que los juzgados decretan en Elche. Aquí, quejándonos por si el PP gana y asola los nueve kilómetros cien metros (9,1 Km.) de playas ilicitanas, razonablemente conservadas, bellas y salvajes, y que se verían expuestas a un proceso de bungalización. Aquí, horrorizados por si el PP gana el gobierno local -el dios de las urnas no lo quiera- y entrega el término municipal a los especuladores con el tramposo argumento de crear riqueza. Allí, asistiendo a la barbarie desatada de un enloquecido Gadafi que arrasa ciudades, bombardea territorios y seres vivos e indefensos mientras alardea de que tomará el último bastión rebelde en Bengasi como Franco tomó Madrid en el 39. Muy cultivado en Historia el tal Gadafi.


Y la llamada Comunidad Internacional, prudente y educada, reflexionadora y cauta, indolente y culpable, deshojando la margarita de la intervención y evaluando -calculadora en mano, obviamente- los posibles costes. O sea, tomando partido por el cruel dictador a quien proporciona tiempo para consumar una masacre que haría palidecer a las Guerras Púnicas. Tan sólo el jueves, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución de cerrar el espacio aéreo y "tomar las medidas necesarias" para evitar el holocausto en una sesión que consiguió que a la historia se le hiciera un nudo en la garganta. Escribo esta columna el viernes por la mañana. Desconozco en este momento si a esta resolución teórica habrá seguido alguna acción práctica.


La misma Comunidad Internacional que mañana volverá a demonizar a los "putos moros" que no saben más que poner bombas. Olvidando que los dejaron tirados -ojalá que aún se llegue a tiempo- cuando quisieron ganar otra vida. Una vida en la que la posibilidad de producirse en democracia hiciese extemporáneo el uso de la fuerza y el terror. Cuando quisieron hacer una revolución democrática. Laica. Sin apuntar a USA. Ni a Israel. Cuando el mundo tuvo al alcance de su mano acabar con la más incontrolada amenaza que queda: la incontrolada amenaza de la desesperación.


Ante esa amenaza, qué importa la que supondría que el PP triturase en Elche la política de cuidados a los ancianos que no se pueden valer, el lujo de las guarderías municipales, la política asistencial que, ante la pasividad de la Generalitat Valenciana, ha ido construyendo el Ayuntamiento. Qué importancia tiene eso cuando ves las fotos de interminables filas de refugiados libios, con maletas en la cabeza, hacinados en tiendas, cruzando el desierto para huir del infierno de los bombardeos. Incluso, da risa oír a González Pons decir entre palmeras que el alcalde lleva ya muchos años de alcalde (¿), que Mercedes Moreno (sic) es nueva (¿). Qué importa que, ni siquiera, le pasen una simple chuleta, antes de venir, informándole de que Soler sólo lleva tres años y nueve meses de alcalde y que la portavoz popular, junto con su apellido correcto, lleva bastante más tiempo en el Ayuntamiento que el propio alcalde. Incidencias banales y triviales.


Malos tiempos para repartir la atención y la conciencia entre lo importante y lo trivial. Malos tiempos, salvo que te dejes llevar por la confusión de la esquizofrenia. Ésa que me hace a mí situar en la Glorieta a la Libia de Gadafi y no saber dónde colocar al PP de Mercedes Alonso. Ustedes me perdonarán.

ANTONIO RODES   en el Informacion

http://www.diarioinformacion.com/opinion/2011/03/20/gadafi-glorieta/1106793.html

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